Epifanía del Señor
(6 de Enero)

"La Epifanía es una de las fiestas litúrgicas más antiguas, más aún que la misma Navidad. Comenzó a celebrarse en Oriente en el siglo III y en Occidente se la adoptó en el curso del IV. Epifanía, voz griega que a veces se ha usado como nombre de persona, significa "manifestación", pues el Señor se reveló a los paganos en la persona de los magos" de EWTN fe


Podemos escuchar la reflexión de rezando voy del día de hoy. PINCHA AQUÍ

También os invitamos a leer la reflexión del padre Melitón Bruque que podéis encontrar en su página

SUPERAR LA CERRAZÓN



Todo la que venimos diciendo de la universalidad a la que se abre el mensaje que anuncia Pablo, lo vemos confirmado en la fiesta de hoy: LA EPIFANÍA DEL SEÑOR.



S. Mateo expresa por medio de este relato simbólico el carácter universal de la salvación que ha traído Jesús; además, S. Mateo insiste en hacer notar el origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como Rey de Israel, enganchado en la descendencia de David y, por tanto portador de la herencia y por eso describe hasta con detalles el lugar del nacimiento, para que quede claro que se ha cumplido lo anunciado en el A.T.



Por otro lado deja también claro y lo acentúa como Cristo ha sido rechazado por las autoridades políticas y religiosas del país, mientras que ha sido reconocido y acogido por personas extrañas de oriente, es decir: del otro extremo de la tierra, con lo que se rompe el círculo cerrado en el que están metidos.



La celebración de hoy nos lleva a confesar nuestra fe en Dios que no se cierra a nadie, que acepta a todos los hombres de todas las razas, lenguas y culturas y religiones; que actúa en todos y que invita a todos los creyentes a tener ese mismo espíritu de apertura, que acoge, respeta y escucha



Gracias a Dios, en los tiempos que vivimos se han superado ya un montón de actitudes de cerrazón y con alegría la iglesia puede decir que abrió sus puertas y su corazón a todo el mundo, de forma que todos puedan sentirse no como extraños en ella, pero sí como amigos, como mínimo: respetados, escuchados, acogidos.



El problema no está siendo tanto por los que vienen de fuera cuanto por los de dentro, que son los que se sienten fuera, tal como ocurrió en tiempo de Jesús: fueron las autoridades religiosas y civiles las que se cerraron y no lo reconocieron y hoy son los que se salen y se avergüenzan de Él y de su salvación.



 

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